Todos sabemos que el inglés es y será imprescindible en el mundo laboral, pero las ventajas de aprender otro idioma no se limitan a poder pedir un café con fluidez en cualquier Starbucks del mundo, hay increíbles beneficios psicológicos también.
Los niños que aprenden idiomas desde pequeños desarrollan empatía por aquello que es diferente y una curiosidad natural por aprender sobre otras culturas e ideas distintas a las suyas, lo que les prepara mejor para ocupar su lugar en esta Sociedad Global del siglo XXI.
Según estudios de la Universidad de Harvard, aprender más lenguas aumenta la habilidad del pensamiento crítico, la flexibilidad mental y la creatividad. Los alumnos que aprenden un idioma extranjero sacan mejores notas en matemáticas y tienen mayor habilidad verbal, en su lengua materna también.
Recordad que las redes neuronales tienen su período más sensible desde los 3 hasta los 7 años, momento en el que se fijan los principales patrones de conducta social, moral y de método de aprendizaje. Hasta la adolescencia dichos patrones se consolidan y expanden y a partir de la pubertad el cerebro va perdiendo la habilidad de cambiar sus patrones, sobretodo si no nos enfrentamos a situaciones que necesiten de adaptabilidad de pensamiento frecuentemente.
Para vuestra conveniencia, os facilitamos 5 motivos prácticos por los que hay que aprender un idioma cuando eres pequeño:
1. Acento
La Universidad de Washington ha llevado a cabo un estudio que demuestra que, a medida que nos volvemos más mayores, nos resulta más difícil aprender un idioma con la pronunciación de un nativo.
Simplemente, cuanto más jóvenes son los alumnos, mejor se les da el repetir sonidos e imitar cierta pronunciación. Cuanto más mayores son, más conscientes de sí mismos se vuelven y más vergüenza tienen al probar a pronunciar nuevos sonidos (además de que el cerebro pierde la elasticidad que tiene de joven y no reconoce sonidos de la misma forma, como todo adulto que intenta aprender inglés sabrá).
2. 10,000 horas
Malcom Gladwell, en su libro ‘Outliers’ argumenta que, para aprender algo bien, se necesitan 10,000 horas de práctica/estudio. Aunque como adultos apenas tenemos tiempo ni para nosotros mismos, si empezamos un idioma desde bien pequeños esas 10,000 horas se reparten a lo largo de los años en los que los niños sí tienen tiempo libre para dedicarlo al aprendizaje.
3. Se lo pasan muy bien
Todo niño disfruta aprendiendo. No les importa cuál es el objetivo, sólo quieren sentir que han logrado superarse y que se han divertido haciéndolo. Actividades repetitivas con las que puedan tener la oportunidad de mejorar a medida que practican (juegos de memory, canciones, juegos de relacionar, ejercicios de listening) son las mejores, de esta forma aprenden hasta los conceptos que resultan difíciles para un adolescente.
4. Es lo normal
Introducir otro idioma en la vida de un niño pequeño les enseña que es perfectamente normal hablar varias lenguas, aprender nuevas ideas, conceptos y culturas cada día. Es normal ser un buen estudiante, es normal aprender algo nuevo cada día y tener ganas de superarnos.
5. Gramática fácil
Mientras que para un adulto es muy difícil aprender un nuevo orden de palabras para expresar una idea o nuevos tiempos verbales (porque llevamos décadas usando un sólo patrón de lenguaje ), la elasticidad cerebral de los niños hace que aprender gramática sea sencillo, simple y fácil.
Aceptan las nuevas normas sin cuestionarlas, y las identifican con el nuevo lenguaje que aprenden, no las mezclan con la lengua materna porque las asocian con la que corresponde. Además, la repetición espontánea les ayuda a memorizar la estructura de forma inconsciente: no saben por qué se dice así, pero saben que así es como se dice.
En Capitol School llevamos 20 años enseñando inglés a niños desde los 3 años.
Hemos creado nuestros propios libros y materiales para usar en el aula y tenemos un método propio que hace que venir a clase sea una celebración. En todos estos años hemos podido constatar la veracidad del contenido de este artículo y hemos visto las diferencias entre aquellos alumnos que empezaron el idioma desde pequeñitos y los que no.